por Ray Rico
Durante más de dos décadas, la Sra. Renae Taylor ha sido una férrea voz en la lucha por la liberación trans negra y la defensa del VIH. Desde sus inicios en un pequeño pueblo de Mississippi hasta su trayectoria nacional, la historia de Taylor es una historia de supervivencia, sinceridad y amor radical. En esta entrevista con Focus, comparte las luchas, los triunfos y los sueños que siguen impulsando su activismo.

Q: ¿Puedes contarnos un poco sobre tu trayectoria y cómo te involucraste en la defensa y el activismo?
Mi camino hacia la defensa de derechos no fue algo que elegí, sino algo que viví. Crecí en un pequeño pueblo del noreste de Misisipi, donde ser negro, queer, no conforme con su género y pobre no solo era difícil, sino también peligroso. Me insultaban antes de saber mi nombre. Tuve que descubrir quién era sin lenguaje, seguridad ni apoyo.
No tenía modelos a seguir que se parecieran a mí, así que me convertí en la persona que necesitaba. Durante más de 20 años, he trabajado en defensa de las personas trans y en la prevención del VIH en el sur de Estados Unidos, donde los recursos son escasos, el estigma está muy arraigado y, sin embargo, el espíritu de nuestra gente permanece inquebrantable.
Mi activismo se basa en la supervivencia y en el amor: un amor profundo y revolucionario por las personas negras trans y queer que merecen alegría, cuidado y dignidad. No lo hago por reconocimiento. Lo hago porque merecemos algo mejor.
Q: ¿Qué le inspiró a utilizar su historia personal para ayudar a otros?
Durante mucho tiempo, nadie contó mi historia. Al crecer, sobrevivir a menudo significaba silencio. No me veía en los medios, en las aulas ni en espacios que se proclamaban "inclusivos". Sabía lo que se sentía ser ignorada.
Así que empecé a hablar. Primero en voz baja, escribiendo y en conversaciones individuales. Luego, más alto, en escenarios, salas de conferencias y espacios de organización. Me di cuenta de que cuando decimos la verdad sobre nuestras vidas, creamos un camino para que otros hagan lo mismo.
Nuestras historias son puentes. Son medicina. Son prueba de que hemos estado aquí desde siempre. Para mí, no se trata solo de contar mi historia, sino de crear un mundo donde las personas negras, trans, con discapacidad y marginadas se vean reflejadas con cuidado y complejidad.
Q: ¿Cómo ha influido el vivir con el VIH en su perspectiva sobre la resiliencia y la comunidad?
Vivir con VIH lo cambió todo. De repente, no solo era negra, trans y discapacitada, sino que también portaba un virus con un fuerte estigma. He visto a gente usarlo como arma, pero también he visto amor y sanación radicales.
El VIH me enseñó que la resiliencia no se trata solo de ser fuerte. Se trata de saber cuándo descansar, cuándo pedir ayuda y cuándo exigir más. Me enseñó a construir una familia desde cero, a luchar por el acceso a la atención médica y a ver a las personas como seres humanos completos.
No solo sobrevivo. Estoy prosperando, organizándome y construyendo un mundo donde nadie tenga que cargar con esto solo.
Q: ¿Qué desafíos ha enfrentado usted en su trabajo de incidencia política?
Uf, hay muchos. He tenido que lidiar con el racismo en espacios queer y trans, y con la transfobia en espacios negros. Con demasiada frecuencia me dicen que soy "demasiado" o "insuficiente". Ser una persona trans negra, sureña, no binaria y con VIH y discapacidad implica luchar constantemente para ser escuchada, incluso en los supuestos espacios progresistas.
Además, el Sur Profundo carece de fondos suficientes y está sobrevigilado. Realizamos labores de liberación con la mitad de los recursos, pero cargamos con todo el peso de la opresión.
¿Cómo salgo adelante? Recordando por qué empecé. Construyendo una comunidad que me nutra. Negándome a comprometer mi verdad. Mi existencia es resistencia, y eso me impulsa a seguir adelante.
Q: ¿Qué avances ha observado en la conversación sobre el VIH y qué es lo que aún debe cambiar?
Hemos pasado del silencio y la vergüenza a conversaciones más abiertas sobre el tratamiento y la prevención. Contamos con herramientas como la PrEP, la PEP y la U=U que salvan vidas. Las personas con VIH hablan de prosperar, no solo de sobrevivir.
Pero el progreso es desigual. Las personas trans negras y morenas, las personas pobres y los sureños aún se quedan atrás. Con demasiada frecuencia, quienes toman decisiones sobre nuestras vidas no se parecen a nosotros ni nos entienden.
Necesitamos más liderazgo trans negro, una atención médica que nos considere integralmente y el fin del estigma en todos los ámbitos: clínicas, iglesias, familias e incluso en los círculos progresistas. El progreso sin equidad no es justicia.
Q: ¿Qué mensaje compartiría con aquellas personas recién diagnosticadas con VIH?
Respira hondo. Todo va a ir bien. El VIH no es el final de tu historia; es parte de ella, pero no lo explica todo.
Aún mereces amor, intimidad, alegría y sueños. No estás roto. No estás sucio. No estás solo. Somos una comunidad que hemos recorrido este camino y estamos aquí para acompañarte.
Vivir con VIH no significa rendirse. Significa aprender a vivir de otra manera, con propósito y cariño. Sigues perteneciendo. Sigues siendo poderoso.
Q: ¿Cómo practicar el autocuidado y al mismo tiempo ser una fuente de fortaleza para los demás?
El autocuidado es supervivencia. No es un lujo. Para mí, significa decir no sin culpa, desconectarme de las redes sociales, encender una vela y estar presente en mi cuerpo. A veces significa plantar semillas o soñar con la tierra y los tomates. A veces es llamar a mi gente, que me recuerda que no estoy sola.
La fuerza no se trata de cuánto llevo. Se trata de cómo me curo, descanso, río y amo. Ser fuerte no significa ser sobrehumano, significa ser auténtico.
Q: ¿Qué legado esperas dejar?
Quiero que mi legado se base en la liberación, la alegría y la verdad. Quiero que las personas negras, trans, sureñas y con discapacidad sepan que nunca fuimos demasiado ni insuficientes.
Espero que la gente diga: «La Sra. Renae Taylor no solo luchó por la justicia, luchó por pertenecer». Quiero que mi historia inspire coraje, impulse la organización y recuerde a la próxima generación que nunca están solos.
Quiero que mi legado crezca como los tomates tradicionales: cuidados con amor, arraigados en la comunidad y alimentando a las generaciones futuras.
Q: ¿Qué papel juega el apoyo comunitario en la vida de las personas que viven con el VIH?
El apoyo comunitario lo es todo. Marca la diferencia entre sobrevivir y vivir. Es la comida, la presencia, la defensa y el amor. Rompe el silencio que crea el estigma.
Para los aliados: escuchar. Aprender. Asistir más allá del Día Mundial del SIDA. Luchar por nuestros derechos cuando se recortan los fondos y se utilizan las leyes en nuestra contra. Ser aliado significa construir un mundo donde la dignidad no requiera ser "fuerte".
Q: ¿Qué consejo le darías a la próxima generación de activistas?
No te pierdas intentando salvar un mundo que no fue creado para ti. Construye el tuyo propio. Protege tu paz. El descanso y la alegría no son distracciones, son sagrados.
Conoce tu porqué, pero déjalo evolucionar. Rodéate de personas que te aporten. Y no tengas miedo de soñar en grande: un santuario para los sueños, no solo la supervivencia.
Quiero que la próxima generación lo sepa: estamos apoyándolos, luchando a su lado y dejando la luz del porche encendida.

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